Con el inminente impacto del huracán Melissa al oriente de Cuba, las primeras señales de apoyo internacional comienzan a materializarse, aunque aún de forma incipiente.
El lunes, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) anunció en su página de Facebook el envío de un lote de recursos esenciales para apoyar la respuesta temprana ante posibles afectaciones.
Según el comunicado del PNUD, los insumos forman parte de su estrategia de preparación y respuesta rápida ante desastres naturales. Estos materiales se mantienen posicionados en puntos estratégicos del país, lo que permite una distribución inmediata en caso de emergencia.
Este primer envío incluye 4,000 lonas para la cobertura temporal de techos, 7 generadores eléctricos, 6 motosierras, 259 kits de herramientas especializadas y básicas para la reparación de cubiertas, así como 2,000 colchones individuales, destinados a atender las necesidades más urgentes de la población afectada.
El apoyo se canaliza a través del Fondo Central de Respuesta a Emergencias de Naciones Unidas (CERF), y se coordina con la Defensa Civil como parte del Sistema de Naciones Unidas en Cuba.
Por otro lado, Noruega anunció una contribución adicional de 400 mil dólares a través del mismo fondo de emergencia. La noticia fue compartida por el embajador noruego en La Habana, John Petter Opdahl, en su cuenta de X (antes Twitter), generando reacciones inmediatas en la red.
La llegada de ayuda internacional a Cuba no está exenta de controversia. El país ha sido objeto de reiteradas críticas por el manejo opaco de estos recursos, especialmente los canalizados por agencias de la ONU. En ocasiones anteriores, ciudadanos han denunciado que la ayuda termina bajo el control de estructuras burocráticas del régimen que deciden su distribución arbitrariamente. Incluso se han reportado casos en los que los insumos donados aparecen a la venta en tiendas estatales o son desviados a sectores no prioritarios.
En medio de la incertidumbre que genera la llegada de Melissa, vuelve a plantearse una interrogante que, lamentablemente, ya es familiar para muchos cubanos: ¿Será esta vez diferente, o la ayuda internacional volverá a diluirse en el entramado comercial del aparato estatal?
“Yo no he visto ni movimiento de nada fíjate que aquí ni el arroz lo han traído esto está aquí normal”, dijo el lunes a Martí Noticias desde Las Tunas Alicia Revilla, de 78 años, quien enfrenta la amenaza del huracán con el apoyo de sus vecinos, y no ha recibido socorro estatal.
En esta ocasión, el desafío es mayúsculo. Según la fuerza y trayectoria pronosticada para el huracán Melissa, el oriente de Cuba, la región más vulnerable de un país ya colapsado y con una infraestructura profundamente deteriorada, enfrenta un riesgo extremo.
Las condiciones de precariedad, el debilitamiento de los servicios básicos y la fragilidad de las viviendas hacen urgente una respuesta efectiva y equitativa. Aunque la ayuda internacional ha comenzado a llegar, la verdadera prueba será si logra sortear los obstáculos internos y alcanzar a quienes realmente la necesitan.
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